Despierta. Despierta, entre sudor y lágrimas. Todo es oscuridad. Sus ojos empapados no le permiten ver. ¿Dónde está? ¿Será que el desapareció? No, sus nervios, las manos temblorosas y su corazón agitado le dicen que no. Intenta tantear para conseguir la luz, no. La luz no está. Su mesilla de noche tampoco. Sus ojos parpadean continuamente para intentar ver. Mientras intenta adaptarse a la oscuridad, se da cuenta que está dentro de ella.